Hablemos de vinos "de nicho" y comparémoslos con "vinos comerciales"

Hace algunos años, el mundo del vino en Argentina se vió afectado por una tendencia que ha cobrado mucha fuerza: los llamados "vinos de nicho".

Se trata etiquetas de producción limitada, con precios algo elevados y una supuesta sofisticación que los distingue de los "vinos comerciales". ¿Es realmente así? 

En un mercado ultracompetitivo, los vinos de nicho (hechos por pequeñas bodegas y jóvenes enólogos) intentan posicionarse como una alternativa "cool" a los vinos comerciales o vinos tradicionales. Para lograr su objetivo, utilizan argumentos que pueden resumirse en una oración:

"Este vino es lo que quiso ser."

Ésta linea de pensamiento, sugiere que los vinos no se diseñan, sino que surgen naturalmente, con mínima o nula intervención humana. Así, se obtienen vinos "con alma", "salvajes" y sobretodo, libres de mega corporaciones vitivinicolas.

Siendo justos, es cierto que algunos proyectos boutique han aportado innovación y nuevas expresiones a la industria. Pero también, es verdad que muchos de estos vinos son simplemente versiones más caras y pretenciosas de lo que podría conseguirse en lineas comerciales de las bodegas de toda la vida. 

Por otro lado, los vinos comerciales (aquellos que se consiguen en supermercados y restaurantes sin dificultad) siguen siendo el sustento de la industria y, salvo lamentables excepciones, una opción confiable y segura para el consumidor.

Las grandes bodegas han invertido a lo largo de los años en mejorar sus procesos, sus técnicas y su infraestuctura, asegurando calidad pareja y un gran equilibrio entre precio y calidad. Generalmente, no necesitan de un relato rebuscado para convencer al comprador.

El consumidor promedio no siempre busca rarezas inaccesibles, sino vinos honestos, bien hechos y a precios razonables. A veces, la promesa de un "vino único" resulta en una decepción cuando el contenido de la botella no está a la altura del precio pagado. Por el contrario, muchas etiquetas comerciales de gama media sorprenden por su consistencia y capacidad de ofrecer grandes experiencias.

Concluyendo, ¿vale la pena pagar por un vino de nicho? Si no caemos en la trampa del esnobismo, si valdrá la pena.